El Síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo que conlleva una alteración neurobiológicamente determinada en el procesamiento de la información. Está incluido dentro del espectro autista, denominándose también TEA de nivel 1 o de alto funcionamiento.
Las personas que presentan este síndrome no muestran características físicas o intelectuales diferenciadoras pero, aunque existe una gran heterogeneidad entre las personas con síndrome de Asperger, la mayoría suele encontrar dificultades en la interacción social recíproca, alteraciones de las patrones de comunicación no verbal, intereses restringidos, inflexibilidad cognitiva y comportamental, dificultades para la abstracción de conceptos, coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los detalles, interpretación literal del lenguaje, dificultades en funciones ejecutivas y de planificación y limitaciones en la interpretación de los sentimientos propios y ajenos.
Estas características se traducen en una discapacidad del ámbito social, que genera grandes dificultades a las personas con Síndrome de Asperger. Estas dificultades se dan tanto en el ámbito educativo, necesitando de adaptación curricular y siendo frecuentemente víctimas de bullying, como en el laboral, con una tasa de desempleo de aproximadamente el 90%, y con grandes barreras en el acceso y la permanencia en un puesto de trabajo, así como en las interacciones básicas del día a día.